A medida que van evolucionando los tratamientos de deshabituación en los centros residenciales hay intervenciones, o espacios educativo-terapéuticos que van disminuyendo su tiempo, los trabajos físicos o de establecimiento de rutinas relacionadas con la cotidianidad son un claro ejemplo.
Sin embargo, otros espacios van ganando potencia e importancia a nivel educativo, entre ellos, y de forma significativa, aparece el ocio.
El deporte, la lectura, el cine, la cultura o incluso las redes sociales se han convertido en un potente aliado de las personas que realizan un tratamiento residencial de deshabituación de una adicción. Se configuran como un elemento básico para llenar el hueco que antes se veía cubierto por el comportamiento adictivo. Suponen una importante ayuda al restablecimiento de una autoestima adecuada, así como una actividad sujeta a la planificación y evaluación, en la que plantearse retos y obtener resultados satisfactorios a corto plazo que refuerzan la sensación de cambio que muchas veces resulta tan necesaria en estos tratamientos.
Desde las asociaciones, fundaciones o administraciones públicas con responsabilidades en estos procesos terapéuticos debemos fomentar y facilitar en la medida de la posible la instauración de recursos materiales y humanos que faciliten estas actividades.
Es importante que todas estas actividades consten de un seguimiento profesional que garantice la supervisión de las mismas, por ejemplo, una persona con problemas de adicción al juego no debería acercarse a juegos de azar, u otra persona con personalidad o rasgos obsesivos debería ver reducidas su exposición a estas actividades en virtud del consejo y guía del o de la profesional.
También resulta destacable que en cada una de los objetivos de las personas adictas en cuanto al ocio se refiere debiera primar el "principio de realidad", no estableciendo objetivos inalcanzables que no ayudarían a lograr el objetivo buscado y anteriormente citado.
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